LA NAVIDAD EN RIOFRÍO DE ALISTE (ZAMORA).
CORDERA Y RAMOS
Belén es la patria de la infancia de todos. Al amor del brasero, cerca del gato dormido, al lado de la abuela vieja, sin faltar a la lista las castañas asadas, la Navidad, palabra dulce y tierna, era, por ello, una época propicia al cuento o a la narración piadosa navideña.
La Navidad, celebración del nacimiento de Jesús, polarizaba, de año en año, la vida del pueblo. Y, dentro de la Navidad, sobresalía como noche mágica y divina, la Nochebuena, y, en ella, la Misa de Gallo.
Se cenaba en familia, con calma. Una cena sencilla, aunque, eso sí, más vistosa que los días ordinarios, con algún producto navideño de excepción. Después de la cena tenía lugar una larga y fraternal sobremesa, jugando o charlando al calor de la lumbre, hasta que, en el silencio de la medianoche, repicaban las campanas anunciando la hora de la misa.
Apenas se podía concebir entonces una Navidad sin nieve. La nieve era un atributo de la Navidad. La gente salía de casa bien arropada. Si nevaba, se recibían de buen gusto los copos de nieve silenciosa que caían sobre uno camino de la iglesia.

El pueblo se acomodaba en sus respectivos sitios en el interior de la iglesia. Presagiaba que algo nuevo y grande iba a ocurrir. Y sucedía, porque la Navidad siempre es novedad. Dios se hacía don, paz y alegría en esta noche. La misma luz era distinta y más blancos los paños del altar.
Era la Misa de Gallo.
Es en esta misa donde tienen lugar innumerables “ramos” (loas) y “corderas” (pastoradas) en los pueblos de España, aunque con variantes de intensidad según el pueblo y la región. Son los “ramos” y las “corderas” las dos manifestaciones más representativas de la religiosidad popular navideña en Aliste. Ambas se han ido alternando indiscriminadamente. Cuando se canta una de ellas, se prescinde de la otra. En estos últimos decenios, en que decayó “la cordera”, prevalecieron las “loas” contra viento y marea. En algunos pueblos, debido a la escasez de sacerdotes, al desaparecer la Misa de Gallo, han desaparecido con ella estas manifestaciones religiosas.
En Riofrío de Aliste, al decaer la Cordera (la última se cantó en 1988), prevalecieron las Loas algún tiempo más.
Cuentan los mayores del pueblo que bajaban los pastores de la sierra el día de Nochebuena para cantar la Cordera. Llevaban en brazos, iglesia arriba, a la corderilla, adornada con un paño sobre el lomo, y cintas de colores, pendiendo del cuello una esquila pequeña. La ofrecían a la Virgen (regalo de alguna familia en acción de gracias por algún favor recibido o simplemente por devoción). Después pasaba al atajo de la Virgen.
El año 1959 se representó en la escuela, con personajes del pueblo, “La matanza de los inocentes”, escrita y dirigida por Agustín Rodríguez Fernández.
Característicos del tiempo de Navidad son también los villancicos. De este género navideño tan tradicional elijo uno, “Los Doce Romances”, que se cantaba por todo Aliste en la misa de Nochebuena, durante la adoración del Niño. (Recogido en la escena "Viaje a Belén" de Nuestro Nacimiento)
¡Dichosas aquellas navidades, de hondo calado religioso y familiar!
CORDERA (PASTORADA) DE RIOFRÍO DE ALISTE
RELACIÓN DEL ÁNGEL
El ángel venía de la sacristía, abría las puertas de la iglesia y decía a los pastores que estaban en el portal:
Buenas noches tengáis todos los que estáis n’este portal adorando al Rey del Cielo y a su Madre celestial. Soy un ángel mensajero que de Dios vengo enviado en busca de los pastores; por cierto, los he encontrado. Alerta, alerta, pastores, alerta, alerta, al momento, que yo, de parte de Dios, la nueva a anunciaros vengo. La nueva que os anuncio, pastorcitos de Belén, es que ha nacido el Mesías, el dador de todo bien. | | Y si os ofrece dudas, id a Belén y veréis que se encuentra recostado entre una mula y un buey. A su lado está La Virgen, junto a ella San José; si os dais un poco de prisa, los primeros lo varéis. Corriendo van los pastores con gran gozo y alegría, y vieron que era verdad lo que el ángel les decía. En el portal de Belén encuentran al Niño Dios recostado en unas pajas con humildad y amor. |

LICENCIA.
La solicitaba uno de los pastores
Terminada la exposición del ángel, comienza el canto acompasado y lento, casi triste, de los pastores.

Llevan los pastores, siempre delante de ellos, la cordera, adornada con un paño sobre el lomo, y cintas anchas de colores, con dibujos geométricos. Lleva, asimismo, pendiendo del pescuezo, un “changarro” (esquila) pequeño.
La cordera era una cancina (oveja de un año), ofrecida por alguna familia del lugar en acción de gracias por algún favor recibido o simplemente por devoción.
La cordera iría a engrosar el atajo de la Virgen, llegando a tener un número considerable, que después serían vendidas para atender los cuidados del culto.
Van los pastores vestidos a la antigua usanza alistana de este gremio, a saber: “capa de capilla” en su variante de trabajo, con la capilla (caperuza) echada para atrás, a pelo, como corresponde a lugar sagrado. Tras la espalda, bajo la capa, se nota el bulto del zurrón. Van calzados con cholas (chanclos), ajustando las canillas con sus botas de cuero prietas con hebillas. Bajo la capa llevaban un pantalón y chaqueta; antiguamente serían de paño, de uso diario. Y, en la mano, portan una “cayata” (cayado).
Cantan así:

En esta noche tan fría, entre la escarcha y el hielo, venimos muertos de frío unos cuantos compañeros. Porque dicen que esta noche ha nacido el Rey del Cielo, y venimos a adorarlo con cariño verdadero. A cantar mil alabanzas en este sagrado templo; las puertas ya están abiertas, ya podemos entrar dentro. Del señor cura y justicia la licencia ya tenemos, licencia para explicar este divino misterio. Estando la Virgen pura meditando aquel misterio, llegó una orden allí de rápido cumplimiento. Mandaba a los habitantes, a todos los de aquel reino, que fueran a empadronarse, y todos obedecieron. La Virgen y San José se preparan al momento, y sin tardanza ninguna aquel camino emprendieron. Pero algo tarde era ya y más que aprisa salieron, cuando al subir una cumbre se pararon un momento. La Virgen, muy fatigada, clava sus ojos al cielo; siente dolores de parto, iba llegando el momento. La noche se va acercando con un paso muy ligero; el pueblo estaba muy largo, ¡en qué fatiga se vieron! San José con mucha gana le pedía al Dios del cielo que le dejara llegar y buscar un aposento. Por fin llegan a Belén, dieron mil gracias al cielo; cerca de la media noche a una posada fueron. | | Y suavemente llamaron y muy mal les respondieron: que todo estaba ocupado y no pueden recogerlos. Con la mayor humildad a otra posada fueron y les contestan peor: que no eran horas dijeron. Salieron de la ciudad, cuando a las afueras vieron aquel establo arruinado y en él se recogieron. La Virgen tiembla de frío, San José sale un momento Para encender una lumbre, Pero, ¡oh sagrado misterio! Al regresar a la cueva, ha nacido el Rey del Cielo; los coros angelicales bajan en aquel momento. Por aquellas cercanías unos pastores se vieron que guardaban sus ganados y se encontraban durmiendo. Un ángel se presentó anunciando aquel misterio; los pastores a porfía se preparan muy contentos. Iban a adorar al Niño llevando recuerdos tiernos; como otra cosa no tienen le llevaron un cordero. Nosotros también venimos a traer otro recuerdo: imitando a los pastores le traemos un cordero. Tambien nuestros corazones al Niño Dios ofrecemos. ¡Glorioso recién nacido!, te pedimos con anhelo que nos defiendas a todos y mires por este pueblo, y llévanos a gozar a las delicias del cielo. |
Concluido el canto de los pastores, uno de ellos, el que pidió la licencia, toma la cordera en brazos y la ofrece ante el portal del nacimiento. Es el ofrecimiento la parte más graciosa de la representación y se caracteriza por un lenguaje castizo y popular.

OFRECIMIENTO
La cordera que os ofrezco ni es muy buena ni es muy mala, es la cordera mejor que ha nacido en la cabaña; hija de una oveja churra, nieta de “la Coronada”, biznieta de “La Perneta”, de pura raza alistana. La cordera que traemos no es muy buena ni es muy mala, que el día que nació ¡me valga la Virgen santa! la madre no la quería, la leche había que buscarla, hasta que con mi paciencia la arrebujé en mi capa y dándole biberón por las noches y mañanas así me la fui criando hasta que el trigo encañaba. Se me enseñó tan perversa, una ladrona y tan mala, que nunca quedaba un día que no llenase la panza. A los perros no temía ni tampoco a mi cayada; de los perros se reía, también de mi se burlaba. Yo mismo en cierta ocasión testigo fui de esta hazaña: la vi luchar con el lobo en una noche estrellada. Cuando va por el sembrado, repica bien la cencerra; cuando vuelve para atrás, la repica que la quiebra; si el regidor me la coge y el alcalde me la prenda, si uno me cobra un azumbre el otro azumbre y media. Yo no sé si es por beber o es por guardar la facera[5]; yo creo que sea por beber, que es costumbre en esta tierra. | | Si de noche San Antonio, yo la guardaré de día, y, si acaso se nos pierde, le traemos esta esquila. Que la libre del moquillo, roña, papo y viruela, y de ese lobico pardo que se tira a la trasera y nos coge a las más gordas y nos deja a las enfermas; luego riñen nuestros amos y con el reñir se quedan, que la que una vez se marcha tarde ha de volverse a verla. Quedaros con Dios, señores, que me marcho muy deprisa, que quedó mi ama en casa cociendo la longaniza, si la come ella sola, sí que se hartará de risa. Quedaros todos con Dios hasta otro año si Dios quiere; como ando en poder de amos, no os puedo venir a ver. Queda con Dios, Niño hermoso, y tú, San José bendito, y tú, Virgen María, cuidad bien este niñito. Y, ahora, todos de rodillas oigamos con devoción al señor cura del pueblo que nos dé la bendición, y así podemos subir, todos alegres y unidos, a gozar eterna gloria por los siglos de los siglos. Y aquí termina la historia de pastores alistanos, que hoy, día de Nochebuena, vienen a ver a sus amos. |


Cualquier día, Dios mediante, os contaré algo de los aguinaldos y de los Reyes Magos
Gregorio